Me llamo Esther y soy la menor de cuatro hermanas y tía de siete sobrin@s (cinco biológicos y dos políticos). En mi casa siempre se ha hablado de la maternidad libremente, lo que no habíamos tenido que manejar hasta ahora era la muerte de mi primer y único hijo, Ager.
El 30 de marzo de 2019, con 34 semanas y 6 días, mi bebé dejo de latir. La placenta se desprendió y mi estrellita se quedó sin oxígeno. Me indujeron al parto, avisándome de que la cosa podría demorarse hasta un día y medio, que podía solicitar cuando quisiera la epidural, pero el equipo médico descubrió anomalías en la analítica de sangre y me la repitieron dos veces más. Unas horas después el ginecólogo entró nuevamente a la sala de dilatación a comunicarnos que la analítica cada vez daba peor y que tenía hemorragia interna, creían que el útero estaba plagado de coágulos. A partir de ahí y tal y como me comunicaron, mi vida estaba en riesgo y había que entrar a quirófano urgentemente y hacer cesárea. Dos veces nos preguntaron si queríamos verlo y ambas respondimos que no. Es una decisión que ahora considero desacertada, y con la que tengo que apechugar de por vida porque no hay vuelta atrás, pero en ese momento no me imaginaba cogiendo a mi niño en brazos, frío, azulado, sin moverse ni respirar. No pudimos conocernos más. La última vez que le vi la carita fue en la semana 26, en una ecografía 5D que hicimos de capricho y que fue un momento mágico, único y muy emotivo; le vimos bostezar, reír, y de todas las fotos y vídeos que nos dieron, esta es la que más me gusta.
Al no poder ponerme la epidural por la coagulopatía, me dieron anestesia general, conque no vi nada. Ager nació el 31 de marzo mediante cesárea. Eran las 01:50 h, pesaba 2420 gr y medía 48 cms. La matrona me dijo que era perfecto. Yo desperté de camino a reanimación, muy sedada, inmóvil, asustada, desangelada, porque me habían arrancado a mi hijo del vientre. Una no se siente preparada para parir por primera vez, pero te preparan en las clases preparto; ¿y para un parto con muerte fetal? ¿Para despertar con los brazos vacíos? Morriña de tripa, morriña de hijo, nostalgia, tristeza, desesperación, y lo peor, resignación, porque no hay otra opción. Tienes que intentar asimilar que tu hijo se marchó, que se transformó en estrella, que vive en el cielo o lo que más te encaje dentro de tu alma destrozada y desconsolada.
El apoyo es muy importante. Mi marido es mi gran bastón, mi red de contención, así como mi familia y algunos amigos importantes. Sí, también hay gente que necesito y no está ahí, qué pena, pero de esto hablaré otro día. El trato que recibimos en el hospital fue exquisito, nos trataron muy bien, a pesar de que no nos dieron soporte psicológico, tan necesario. Lo buscamos vía externa y aquí es donde entra Yolanda, una psicoterapeuta que comenzó con mi marido y conmigo, a escucharnos y preguntarnos, a ayudarnos a sacar todo lo que se agolpa en el pecho, a apoyarnos el uno en el otro, a escucharnos, a entendernos, de manera conjunta y también individual. A ella le dije que me sentía muy sola, que buscaba historias similares en internet, libros, lo que fuese, que me ayudase leyendo otros testimonios de otras mamás y otros papás. Qué sabía yo de bebés estrella, de bebés arcoiris, de abortos naturales, de legrados, de muerte perinatal, gestacional... A mí todo me sonaba a chino y me sentía perdidísima. Sí, fui encontrando poco a poco cosillas, pero ella fue la que me animó a escribir; me dijo ahí tienes una herramienta muy buena, escribe, saca la rabia, la tristeza, y quién sabe, quizá un día te animes a compartirlo y ayudes tú a otras personas. Fui escribiendo en todas partes; servilletas, libretas, notas del móvil, en la tablet, en el pc,.... y algún día lo recopilaré y ya decidiré qué hago con todo aquello, pero mientras tanto, he decidido honrar la memoria de mi nene y abrir y compartir este blog. Gracias, Yolanda, por impulsarme a crear este lugar.
¿Por qué hoy? Hoy hace cinco meses que el corazón de Ager dejó de latir; 153 días en los que parece haya habido un abismo, un lapso de tiempo indeterminado, largo y tedioso, que se ve tan lejos; y al mismo tiempo, si cierro los ojos sigo reviviendo cada imagen, cada frase, cada sentimiento, cada comentario, cada palabra, cada abrazo, cada lágrima, como si fuese ayer.
Al no poder ponerme la epidural por la coagulopatía, me dieron anestesia general, conque no vi nada. Ager nació el 31 de marzo mediante cesárea. Eran las 01:50 h, pesaba 2420 gr y medía 48 cms. La matrona me dijo que era perfecto. Yo desperté de camino a reanimación, muy sedada, inmóvil, asustada, desangelada, porque me habían arrancado a mi hijo del vientre. Una no se siente preparada para parir por primera vez, pero te preparan en las clases preparto; ¿y para un parto con muerte fetal? ¿Para despertar con los brazos vacíos? Morriña de tripa, morriña de hijo, nostalgia, tristeza, desesperación, y lo peor, resignación, porque no hay otra opción. Tienes que intentar asimilar que tu hijo se marchó, que se transformó en estrella, que vive en el cielo o lo que más te encaje dentro de tu alma destrozada y desconsolada.
El apoyo es muy importante. Mi marido es mi gran bastón, mi red de contención, así como mi familia y algunos amigos importantes. Sí, también hay gente que necesito y no está ahí, qué pena, pero de esto hablaré otro día. El trato que recibimos en el hospital fue exquisito, nos trataron muy bien, a pesar de que no nos dieron soporte psicológico, tan necesario. Lo buscamos vía externa y aquí es donde entra Yolanda, una psicoterapeuta que comenzó con mi marido y conmigo, a escucharnos y preguntarnos, a ayudarnos a sacar todo lo que se agolpa en el pecho, a apoyarnos el uno en el otro, a escucharnos, a entendernos, de manera conjunta y también individual. A ella le dije que me sentía muy sola, que buscaba historias similares en internet, libros, lo que fuese, que me ayudase leyendo otros testimonios de otras mamás y otros papás. Qué sabía yo de bebés estrella, de bebés arcoiris, de abortos naturales, de legrados, de muerte perinatal, gestacional... A mí todo me sonaba a chino y me sentía perdidísima. Sí, fui encontrando poco a poco cosillas, pero ella fue la que me animó a escribir; me dijo ahí tienes una herramienta muy buena, escribe, saca la rabia, la tristeza, y quién sabe, quizá un día te animes a compartirlo y ayudes tú a otras personas. Fui escribiendo en todas partes; servilletas, libretas, notas del móvil, en la tablet, en el pc,.... y algún día lo recopilaré y ya decidiré qué hago con todo aquello, pero mientras tanto, he decidido honrar la memoria de mi nene y abrir y compartir este blog. Gracias, Yolanda, por impulsarme a crear este lugar.
¿Por qué hoy? Hoy hace cinco meses que el corazón de Ager dejó de latir; 153 días en los que parece haya habido un abismo, un lapso de tiempo indeterminado, largo y tedioso, que se ve tan lejos; y al mismo tiempo, si cierro los ojos sigo reviviendo cada imagen, cada frase, cada sentimiento, cada comentario, cada palabra, cada abrazo, cada lágrima, como si fuese ayer.
Estoy aquí para hablar de todas las emociones y sentimientos que rodean la pérdida de un hijo y romper el silencio que envuelve la muerte gestacional y perinatal y sobretodo, para vaciarme, para desnudarme en cuerpo y alma y para hablar de él, Ager, mi vida, mi luz. Llevo un tiempo buscando mi equilibrio, que sentía descompensado; ahora se me ha roto del todo, el equilibrio, la vida, y hay que ir recomponiendo todo, pedazo a pedazo, fragmento a fragmento.
Cualquier persona es bienvenida a este lugar. Si gustas, quédate.
2 comentarios
Hola Esther!
ResponderEliminarQuizás llego tarde, yo tampoco fui capaz de ver a mi hijo muerto en el hospital y aunque pedí a las personas que me acompañaran que fueran a verlo, y que le sacaran una foto para poderlo contemplar cuando me recomponiese, no fueron capaces de hacerlo. A la semana me presenté en el hospital pidiendo ver el cuerpo. Me dijeron que en cuanto terminan la autopsia lo incineran, (el mío murió cuando yo estaba de 23+4. A partir de 24 semanas se tiene derecho a realizar enterramiento. No fue mi caso. A los tres meses presenté un escrito pidiendo las fotos de la autopsia. Y aunque es muy duro verlas, he podido cerrar esa herida. Espero que te sirva de algo. Un fuerte abrazo. Saray
Hola, preciosa.
EliminarDisculpa la tardanza en ver el comentario. Como no suele haber comentarios la verdad es que ni los miro.
Recuerdo que me lo contaste por instagram, que peleaste por esas imágenes y te las dieron. Y no sabes lo que me alegra que pudieras hacerlo.... Yo, como ya te conté, cuando fuimos a recoger el diagnóstico lo pedí, pedí al ginecólogo que me diera una foto de mi hijo aunque fuese de la autopsia; de un pie, de una mano, de lo que fuese (ya que además tampoco tenemos informe de huellas) Y me dijeron que no había, lo único que conseguí es que me entregaran una HOJA NEONATAL. Ya lo conté también aquí en el blog y seguramente te lo haya contado ya a ti directamente, pero ojalá unifiquen los protocolos y consigamos que cambien estas cosas y sea para todas igual.
Un abrazo enorme.