Aún retumba el eco de esas palabras inesperadas y el terror que dejaron a su paso. Oscuridad. Sorpresa. Pánico. Parálisis. Shock. Una austera sala de dilatación, eso sí, con un personal cálido.
Siete y pico de la tarde. Una llamada a mamá, "avisa a mis hermanas"; un mensaje rápido de whatsapp para los amigos más importantes: "Ager ya no late". Cuatro palabras cortas escondiendo un peso demoledor.
Vacío, vacío enorme, si es que se puede medir en tamaño. Temblar de miedo y un sube-baja de un vientre dolorido. Decisiones aceleradas, erróneas; inalterables y eternas, que derivan en resignación. Un año de culpa, arrepentimiento, duda, rechazo y aceptación. Un mirar hacia adentro y una conclusión final: el alma sabe decidir mejor que la mente.
Separación, pasillos desangelados, silencio ensordecedor y un frío glaciar recorriendo la espina dorsal. Brazos atados en cruz y un túnel sin salida. Cruel, antinatura, que la fecha de tu nacimiento sea posterior a la de tu muerte, como cruel es para unos padres que sobreviven a su hijo.
Persistentemente vienen flashes a mi memoria de la devastación, y esta es la manera que tengo de expresarme mediante palabras. Tú eres mi inspiración y mereces cada letra.
Imborrable 30.03.2019, fecha en que nuestro mundo se convirtió en escombros.
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