#Testimonio21 # MÓNICA. HABÍA NACIDO AL CIELO A TRAVÉS DE MIS MANOS: LAS DE SU MADRE
By SOY LA AMATXU - 12:57
Hoy entrevistamos a Mónica de "Lluvia de love".
¡Bienvenida!
- ¿En qué fecha murió tu hijo? ¿Cuál es la fecha en la que debería haber nacido?
Antes de contestar quiero agradecerte este espacio porque la muerte de un bebé, independientemente de su grado de madurez física, es siempre un acontecimiento que arrasa con la ilusión de las familias, pero que la sociedad ni entiende ni valida. En mi caso sucedió a los dos meses de gestación, a principios de 2004 y tenía que haber nacido hacia octubre. Hace mucho ya de aquello y aún así, no han cambiado mucho las cosas, pero se van dando pequeños pasos. Eso es lo importante.
- ¿Cómo fue el embarazo?
Con las sensaciones típicas que te indican que estás gestando vida, pero bien.
- ¿Cuál fue el motivo de su fallecimiento? ¿Qué sentiste como mamá que te alertase de que algo no iba correctamente?
El motivo, según el laboratorio, no se sabía. De hecho, si volviera a ocurrir, no dejaría que analizasen su cuerpito, sino que me lo llevaría para hacer una despedida en familia, con algún acto simbólico como pintar una cajita de madera para él y enterrarlo en algún lugar significativo. Creo que es algo que todos los hospitales deberían ofrecer en lugar de poner trabas, sobre todo cuanto más avanzada es la gestación. Si necesitamos ese ritual para enterrar a nuestros mayores, ¿por qué no merecen lo mismo nuestros hijos? El mío murió por aborto espontáneo. Lo supe como dos días antes porque una noche soñé con él y me dio un mensaje muy claro. Se le veía pequeñito, de pocos centímetros, con unos ojos expresivos pero muy vivos y muy sereno. Poco a poco dejaba de llegarle oxígeno y ahí me desperté. Tuve miedo de levantarme al baño y cuando fui, sangraba. Dos noches después, todo acabó en el hospital.
- ¿Cómo fue el trato en el hospital? ¿Te informaron de todo correctamente?
Allí me trataron bien, eran amables, pero para nada estaban preparados ante estas situaciones. Ni psicólogos, ni nadie vino a hablar conmigo desde las dos de la madrugada hasta aproximadamente la una de la tarde del día siguiente. La única respuesta cuando pregunté qué pasaba era que debía esperar al médico. Y cuando por fin me hicieron la eco, tuve que estar en la sala de espera con otras mujeres bien embarazadas, aguantándome las lágrimas y, por si fuera poco, no dejaron pasar a mi marido. En mi libro describo la escena con la doctora y el personal que me atendió. Hablaban entre ellas como si yo no estuviese allí… Cada cosa que iba pasando me hacía ir acumulando más rabia. Después comprendí que las carreras se centran en los conocimientos médicos, pero no se estudia empatía, ni humanidad… tampoco se sabe tratar con la muerte, a pesar de ser algo tan presente en cualquier ámbito sanitario. Ahora prefiero verlo como un aprendizaje para todos. Algún día eso cambiará.
- ¿Qué sientes tú al llegar a casa sin tu bebé y ver sus cositas?
No había comprado nada aún. Nada podía recordármelo y lo paradójico es que mirase a donde mirase, todo me lo recordaba. Fue la sensación de vacío más grande que sentí jamás. Como pensé entonces, es increíble que alguien tan pequeño ocupe tanto espacio en un hogar que ni siquiera ha habitado.
- ¿Fue parto vaginal o cesárea?
El día siguiente al del sueño, por la noche en el hospital, tuve sensación de humedad, así que fui al baño y lo cogí entre mis manos. En ese momento yo creí que era un coágulo, parecía solo sangre. Pero la enfermera se lo llevó y resultó que no… Cuando después lo pensaba, me consolaba saber que era yo quien lo había recibido, había nacido al cielo a través de mis manos: las de su madre.
- ¿Te ofrecieron en el hospital verlo? ¿Decidiste hacerlo?
Sí, me lo preguntaron y dije que sí, era mi hijo… ¿cómo no iba a querer? Sabía que no tendría forma de bebé a término, pero eso no me iba a espantar, era él igualmente.
- ¿Estás en tratamiento psicológico? ¿en qué o quiénes te apoyas para sobrellevar el duelo?
No lo necesité, porque aquel sueño y el hecho de que se cumpliera lo que mi hijo me anunció, me tranquilizó mucho. No su muerte, eso ninguna mujer lo quiere, pero sí saber que tuve una conexión tan profunda con él… que me hubiera elegido como madre (algo que nunca creí hasta que todo esto ocurrió). Estuve muy triste y los primeros meses ni siquiera me planteaba otro embarazo, pero entre el sueño y otro suceso en el hospital que me indicaba que dos horas después de salir de mi cuerpo su alma aún estaba conmigo, pude seguir adelante mejor de lo esperado en estos casos. Mi terapia fue escribir mi libro. Sabía que sería como cerrar un ciclo y además, ayudar a otros.
- ¿Acudes a grupos de duelo?
Nunca lo hice, ni sabía que existían…
- ¿Tienes más hijos o has tenido más tras la pérdida?
Si, dos y nunca tuve miedo en los siguientes embarazos, pude disfrutarlos al máximo porque aprendí que cada uno llega con un propósito y un tiempo para ello: el necesario para la evolución de su alma. Si me hubiera preocupado no habría podido disfrutar ese periodo, fuesen solo semanas o meses.
- ¿Te sientes arropada en este gran mundo de soledad y vacío?
Entre los míos me sentí bien, pero comencé a ser consciente de que otras mujeres no tenían esa suerte (descubrí que muchas madres vivían la incomprensión en un entorno familiar, que ignoraba su dolor). Buscando por la red información sobre el aborto, me di cuenta de la cantidad de madres que dejaban mensajes en foros de maternidad contando su soledad y la incomprensión de quienes tenían cerca. Algunas estaban enganchadas a su dolor sin poder avanzar. Otras hablaban de sueños que habían tenido y les habían servido para comprender que sus bebés estaban bien en otro lugar. Recuerdo un testimonio que me impactó profundamente: una mujer contaba el sueño que su hijo había tenido con un bebé que le decía estar bien, cuando ni siquiera llegó a saber jamás que iba a tener un hermano; sus padres aún no se lo habían contado cuando el pequeño murió. Esta historia fue un motivo más para escribir sobre la conexión madre-hijo.
- Pregunta libre. ¿Qué te gustaría reivindicar o añadir?
La necesidad de dar a la muerte su lugar, sea que alcance a la tercera edad, los adultos o la infancia. Una sociedad que vive de espaldas a ella pierde su humanidad. Y eso es algo que no podemos permitirnos si queremos llamarnos civilizados. Y sobre todo, quiero recordar algo sin lo que esto primero se hace más difícil: redescubrir la conexión entre todos nosotros. Quizá somos las madres quienes más fácil lo tenemos por estar tan unidas a los hijos que gestamos. Sentimos su cuerpo dentro de nosotras y su alma junto a la nuestra, prácticamente fundidas en una sola. Es posible que seamos nosotras quienes más fácilmente podemos entender esa conexión que en otras épocas no se cuestionaba… Perdimos (o dejamos que nos arrebatasen) incluso la sagrada experiencia de dar a luz en intimidad honrando lo sagrado de ese momento que, no es un acto mecánico, sino el portal por el que pasamos de la otra vida a esta. Necesitamos vivir más conscientes, más despacio, más en el presente… más de verdad. Gracias por esta oportunidad, Esther.
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