#Testimonio13 # LETICIA . PASÉ EL DÍA PENSANDO "VOY A MATAR A MI HIJO".
By SOY LA AMATXU - 16:40
- Hola, Leticia. Encantada de que quieras compartir tu historia.
- Kaixo, Esther. Todo lo que sea para dar visibilidad a este duelo.
- ¿En qué fecha murió vuestro hijo? ¿Cuál es la fecha en la que debería haber nacido?
- Nuestro hijo murió el 8 de Agosto de 2018, estábamos en la semana 16+4. Enai tendría que haber nacido el 19 de enero de 2019.
- ¿Era Enai vuestro primer hijo?
- Enai iba a ser nuestro primer hijo, pero no fue nuestro primer embarazo. En noviembre de 2017 pasé por un legrado. En ese embarazo no había embrión, era un huevo huero; es decir, solo había saco pero nada más.
Después de esa experiencia teníamos toda la ilusión puesta en Enai y no esperábamos las noticias que íbamos a recibir.
- ¿Cómo fue el embarazo?
- El embarazo estaba siendo buenísimo, con miedos por lo ocurrido en el anterior. Cuando llegamos a la semana 12 nos relajamos, seguramente como muchas parejas. A todos nos dicen que son muy importantes esas semanas pero nadie nos prepara para otros problemas que se aprecian más adelante o que pueden ocurrir.
- ¿Cuál fue el motivo de su fallecimiento? ¿Qué sentiste como amatxu que te alertase de que algo no iba correctamente?
- En realidad yo no sentí nada, todo salió en una ecografía en la semana 15+5. Estábamos haciendo seguimiento en el público y privado. El 2 de agosto a las 15:00 teníamos cita con la ginecóloga del privado. Fuimos con muchas ganas de ver cómo había crecido Enai.
Cuando la ginecóloga empezó a hacer la ecografía todo pintaba bien, nos iba enseñando todos sus órganos y lo bien que estaba formado. Cuando llegó al corazón, se quedó callada. Miraba y miraba, me dijo de hacer una vaginal porque creía que por la postura de Enai no lo veía bien. Yo empecé a ponerme muy nerviosa, nos dijo que veía algo “raro” en el corazón, que me vistiera y nos contaba.
Cuando nos sentamos nos dijo que solo veía como la mitad del corazón y que ella no era experta en eso pero que conocía a Jorge Burgos de Cruces y que hablaba con él para derivarnos lo antes posible.
Nos dieron cita para el siguiente día. Cogimos el coche con toda la esperanza del mundo. Pensábamos, es un órgano tan pequeño que igual la ginecóloga se ha confundido. Además, un amigo de mi pareja nos dijo que muchos niños nacen con malformaciones en el corazón y pueden hacer vida normal.
Cuando entramos en la consulta de Jorge, empieza a mirar el corazón de Enai y nos confirma que hay una “cardiopatía severa” pero que es mejor que un profesional de cardiología infantil nos lo confirme y nos explique todo. Nos piden quedarnos unas dos horas por Cruces para ir de nuevo a hacer una nueva ecografía con esa persona.
Fueron las dos peores horas de nuestra vida. Por nuestra cabeza pasaba de todo, que íbamos a tener un hijo fuerte que lo iba a superar, que seguro que era compatible con la vida. Volvimos a la hora que nos dijeron y allí estaban Jorge y Javier Ayala del servicio cardiología infantil. Nos hicieron otra eco interminable y nos pidieron que nos sentáramos.
Por fin, después de tantas horas le ponían nombre a lo que tenía Enai: síndrome del corazón izquierdo hipoplásico. Nos explicaron que su corazón no estaba desarrollado en totalidad, el lado izquierdo no crecía y no iba a crecer. Era algo compatible con la vida mientras estuviera dentro de mí, al nacer todo se complicaría. Debía pasar por tres operaciones: la primera nada más nacer, la siguiente a los 6 meses de vida y la última a los 5 años. Además, tendría que estar ingresado mucha parte de su vida para hacerle pequeñas intervenciones ya que su corazón no le dejaría hacer una vida “normal”. De todas estas operaciones, la más arriesgada era la primera y en la que menos posibilidades de sobrevivir tenía. La esperanza de vida desconocida, de las pocas personas que han sobrevivido a estas operaciones tienen ahora unos 18 años, ya que es un método “novedoso”, pero seguramente a futuro se necesitara trasplante de corazón para estas personas.
Con toda la información y un dibujo del corazón de mi hijo me volví a mi casa con esta frase: “tenéis que decidir si queréis interrumpir el embarazo o no”.
Gracias a un amigo de mi pareja, pudimos consultar a otro hospital, en este caso el Gregorio Marañón de Madrid. Nos lo pusieron peor que en Cruces. Teníamos la decisión tomada, debíamos interrumpir.
El 6 de agosto llamé a Jorge, le dije nuestra decisión y me dijo que me derivaba al hospital de Vitoria que es donde vivo y ellos me llamarían para el proceso.
- ¿Cómo fue el trato en el hospital? ¿Os informaron de todo correctamente?
- Sobre el trato y la información tengo el corazón dividido. El mismo día 6 me llamaron del hospital para que acudiera y cerrar el proceso. Al llegar, lo único que me dijeron es: "Toma estas dos pastillas, te las pones en casa antes de venir el 8 a las 9:00. Ese mismo día antes del ingreso deberás pasar por consultas externas para que te hagan la amniocentesis y luego aquí ya seguimos con el proceso del parto."
Mi mundo se paró al oír la palabra parto. Iba con la idea de que sería un legrado pero no, ¡tenía que parir a mi hijo!. Con todas las dudas que eso me supuso pasé el día y medio que me quedaba llorando y pensando: “voy a matar a mi hijo”.
El 8 cuando llegamos fue todo fenomenal. Nos metieron en una sala de dilatación y vino una matrona a explicarnos el proceso. Me dijo que cada dos horas me pondrían pastillas vía vaginal. Que les avisara de todos los dolores que tuviera que ellas lo iban aliviar como pudieran, que incluso se podía poner epidural. Todas las profesionales que nos tocaron fueron majísimas y con mucha empatía, salimos muy contentos en ese aspecto.
El proceso del parto no fue agradable, las pastillas me dieron todos los efectos secundarios que pueden dar. Después de un día largo, a las 21:00 me dijeron: Leticia, ya está, hay que empujar. Empujé con puede y Enai nació, se lo llevaron y ese fue nuestro último momento juntos.
- ¿Qué siente Leticia al llegar a casa sin Enai y ver sus cositas?
- Las pocas cositas que teníamos de Enai las recogí antes de todo el proceso. Una vez tomada la decisión, aproveché una mañana para meter todo. Lo poco que teníamos para él y la ropa que había comprado para mí y mi tripita.
Cuando llegue a casa quise desaparecer del mundo. El 10 de agosto nos fuimos a Oropesa del mar, mis padres estaban allí. Necesitaba salir de Vitoria y todo lo que le rodeaba. Me tocó todo en fiestas de aquí, ver gente pasándolo bien y yo con esa tristeza me estaba vaciando.
Lo peor fue volver a Vitoria después de esa semana en Oropesa. Dar explicaciones a la gente y yo verme sin mi hijo y sin mi tripa. Sólo podía llorar.
- ¿Os ofrecieron en el hospital verlo? ¿Decidisteis hacerlo?
- Sí, la primera matrona que nos tocó nos dijo que teníamos la opción de verlo. Como el día 6 también nos insinuaron algo, los dos íbamos con la idea clara, no queríamos.
La verdad es que nos lo preguntaron varias veces, pero yo no tenía fuerzas. La matrona nos explicó por qué era bueno verle pero no nos veíamos capaces. Fue una chica majísima, que nos dio mucha mucha fuerza con todas sus palabras.
Meses después descubrí que era Leire Ordax, una chica que pasó por una perdida en las últimas semanas de gestación y que escribió el libro “la huella de Mikel”, el cual os recomiendo.
- ¿Estás o has estado en tratamiento psicológico? ¿En qué o quiénes te apoyas para sobrellevar el duelo?
- Antes de lo ocurrido ya iba a una psicóloga. Tenía cita con ella en septiembre y cuando entré ella fue la primera que miró mi tripa y con su mirada me lo dijo todo. Se lo expliqué pero me di cuenta que no era una persona especializada en esos temas y que no me ayudaría mucho.
En la persona que más me he apoyado ha sido mi ama. Mi pareja decidió poner una coraza y no hablar de ello. En casa me he sentido más de un día la rara, parecía que sólo me dolía a mí. Él y su familia no lo han querido vivir, han hecho como que no pasó nada.
- ¿Acudes a grupos de duelo?
Gracias a Facebook, descubrí que la asociación Gutxinaka-Gutxinaka en colaboración con Psicología Latidos hacía sesiones de acompañamiento al duelo. En un principio está pensado para ir en pareja pero yo fui sola, por lo que he comentado antes, mi pareja no quería mover nada de lo ocurrido. Fui a unas tres sesiones y me vino bien poder llorar con más gente que había pasado por algo parecido.
Dejé de ir en el mes de junio, un poco por miedo y egoísmo. En ese mes me quedé embarazada y no quería vivirlo con más miedos y penas.
- ¿Te sientes arropada en este gran mundo de soledad y vacío?
- Sinceramente, no. Al poco de pasar todo, pocos fueron los que nos miraban y nos decían "lo siento mucho". Mi pareja lo veía normal pero a mí me hervía la sangre. Había gente que llego a decirnos “no pasa nada”; ¿¿¿que no pasa nada??? Bueno, pues nada, espero que a esas personas cuando se les muera un ser querido no les digan “no pasa nada”.
En esos momentos, te das cuenta de quien está realmente para ayudar. He hecho mucha selección de personas.
También me he dado cuenta, que ahora que ha pasado un año y medio hay gente que se atreve a decir algo al respecto, estas personas creo que tenían miedo y no lo hacían por si me hacía daño, pero sí hubiera agradecido que me hubieran preguntado ”¿quieres hablar de ello? Estoy aquí para lo que necesites”.
Como sociedad no nos han preparado para estos duelos. Ni para vivirlos ni para apoyar al que está viviéndolo. Vemos normal que se nos mueran nuestros/as abuelos/as porque es ley de vida, incluso hemos normalizado la muerte en padres/madres jóvenes por un cáncer o enfermedad, pero la pérdida gestacional o el duelo perinatal es un tabú.
- Tras la pérdida, ¿habéis tenido más hijos?
- Escribo todas estas palabras embarazada de 39+6. Mañana día 19 de febrero salgo de cuentas del que será nuestro hijo Amets.
Hemos decidido llamarle así porque es un sueño para nosotros volver a ser padres. Después del embarazo de Enai, nos hicieron pruebas y para que no volviera a ocurrir optamos por pasar por FIV. Ha sido una odisea, tanto que nos ha costado un año quedarnos embarazados.
Ahora estamos con muchas ganas de ver a Amets y que todo salga bien. No os voy a contar cómo ha sido este embarazo y cómo está siendo esta recta final porque todas las que habéis pasado por algo así lo sabéis o lo podéis imaginar.
Por último, y sin tener nada que ver con las preguntas que has hecho, me gustaría añadir que estas pérdidas no las olvidaremos nunca pero al menos en mi caso me ha cambiado mucho. He aprendido a apreciar muchas cosas. Antes daba importancia a cosas banales, pero después de lo vivido te das cuenta de lo que realmente es importante. Muchas veces miro al cielo y pienso “Enai, me diste tanto en tan poco tiempo, has sido más importante tú en 16 semanas que muchas personas en años, gracias por estar ahí”.
Y pido que entre todos los que hemos pasado por esto le demos visibilidad, que se sepa que estas cosas pasan, que no todos los embarazos tienen un final feliz.
- Muchísimas gracias, Leticia, y muchísima suerte en el parto de Amets.