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Lo miré y pregunté: "¿Ahora sabe quién soy?. "sí, creo que sí: una mujer dañada"― contestó Robert. "Usted no es una mujer rota, como la de Simone de Beauvoir, usted es una mujer dañada." "¿Y eso es mejor o peor?, pregunté. "Es mucho mejor", dijo Robert. "¿Por qué?" "Un daño se puede reparar, zurcir, se puede ayudar a cicatrizar la herida. Lo roto es difícil de reparar, casi siempre es mejor cambiarlo por otro. En cambio lo dañado tiene una reparación posible, una esperanza, la ilusión de volver no digo al estado anterior al daño, pero a un estado en el que la vida pueda seguir fluyendo, con otros tiempos, con otras intensidades, pero fluir".
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📖UNA SUERTE PEQUEÑA
✍️ CLAUDIA PIÑEIRO
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Mi amiga Ro me recomendó este libro por activa y por pasiva y hace unos meses decidí leerlo. Me destrozó. No es una historia de muerte perinatal pero es la muerte de un niño y la separación, el abandono, la tragedia, el frío; todo eso que de sobra conocemos quienes compartimos almohada con la ausencia cada noche.
Este libro forma ya parte de mí, como otros tantos. Lo tomé en préstamo bibliotecario y meses después lo compré para dejar y sé que lo reeleré muchísimas veces. Al hilo compré también el de Beauvoir, ya sabéis, metaliteratura, libros que llevan a otros libros. Por cosas así ratifico la lectura no como hobbie sino como auténtica pasión.
He reflexionado mucho sobre esta y otras citas, hoy me apetecía compartirla y exponer. Creo que en el duelo por la muerte de uno o varios hijos no solo el proceso tiene sus fases, sino que también es la mujer la que va cambiando con la misma cadencia.
Cuando recibes la noticia de la muerte el shock no te permite procesar información, te hallas en una bruma de sorpresa y falta de entendimiento. Y es en el momento en que comienzas a ser consciente de que tienes los brazos vacíos y el alma desgarrada, y a intentar asimilarlo cuando claramente te conviertes en esa mujer rota, vacía, dolida, lacerada, con una herida sangrante. Muchas veces hemos dicho que el tiempo no sana sino que lo haces tú misma cuando intentas lamerte la herida para poder salir adelante, y es ahí, en ese cambio de marcha en el que comienzas a mutar hacia la mujer dañada que serás de por vida, porque sí, la herida se convertirá en cicatriz, pero siempre nos acompañará, cada día, cada noche, cada vez que pienses en tu hijo muerto sabes que el daño estará ahí, diluido, embalsamado; daño al fin y al cabo.
Y tú, ¿te identificas con la mujer rota o dañada? ¿o ambas?